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Alzheimer y demencia

Diseñar un entorno en el que van a residir personas con alzheimer o demencia no es demasiado distinto del que diseñaríamos para personas ancianas. La diferencia radica en ciertas medidas de seguridad que no siempre serán visibles, pero que sirvan para prevenir accidentes y minimizar situaciones de agresividad, autolesión o estrés, y en otras directrices de diseño que vienen a reforzar las ya vistas para usuarios de edad avanzada.

En las zonas exteriores deberá haber cierto control en las salidas, para evitar que puedan salir del recinto accidentalmente. En los recorridos por el exterior se deben ofrecer distintos puntos de interés: actividades, lugares donde sentarse a cubierto,… para evitar que simplemente deambulen; hay que intentar que caminen con un propósito.

El cierre del recinto no debe ser escalable, y no debemos subestimar las capacidades de una persona de edad avanzada: trastornos como la demencia o el alzheimer no implican necesariamente una mala forma física. Aquellas puertas o partes del recinto a donde no queramos que se dirijan han de estar disimuladas, por ejemplo no haciendo un camino pavimentado que lleve hacia ellos, dejando un sendero a través de la hierba.

Es importante que el usuario pueda orientarse con facilidad, ofreciéndole ya desde la puerta de su habitación una visión clara de zonas de actividades y otros destinos que puedan ser de interés.

La iluminación debe estar muy especialmente cuidada, evitando los ventanales al final de los corredores y los lucernarios por los que entre luz solar directa sin tamizar, ya que provocaría deslumbramientos y la aparición de reflejos y sombras en el suelo que podrían desconcertar o poner nervioso al usuario.

No se debe ubicar al final de los pasillos ni en otros puntos focales lugares a los que NO queremos que se acerquen los usuarios: salidas de emergencia, almacenes, cuartos de personal, cuadros eléctricos,… Estos elementos deberán estar convenientemente disimulados, o situados de tal manera que no llamen poderosamente la atención.

La persona con alzheimer deberá poder circular con cierta libertad, encontrarse en un recinto en el que las puertas están cerradas puede ser causa de una conducta agresiva. El usuario ha de poder pasar de un espacio controlado a otro. Los pasos y puertas que conecten con espacios no seguros deberán disimularse (por ejemplo igualando el acabado de la puerta con el de la pared) y no colocarse en puntos focales.

Otro factor importante es el ruido, que puede resultar estresante para los usuarios. No nos referimos a ruidos moderados y ya familiares, como puede ser el del tráfico, los cuales incluso tienen un efecto calmante, sino a ruidos más fuertes: maquinaria, los tacones de los zapatos en un suelo duro, el ruido de un carrito estropeado…

En las habitaciones se eliminarán o disimularán todos aquellos elementos que supongan un peligro potencial de lesión: radiadores, tomas eléctricas,.. todo ello debe estar convenientemente protegido.

Puede ser necesaria una tenue luz visible desde la cama y que desde la noche guíe al usuario hacia el aseo. La tapa del inodoro puede ser de un color oscuro para contrastar con el blanco de la taza y ser fácilmente localizable. Pero debemos comprobar que esta luz no le resulte molesta a la persona anciana o le perturbe el sueño, por lo que habrá que estudiar sus reacciones y activarla o desactivarla en consecuencia.

Las luces de encendido automático en el baño pueden ser perjudiciales, al desconcertar a la persona anciana que puede no entender cómo se ha encendido esa luz, creer que alguien ha entrado en la habitación o cualquier otro pensamiento que origine una situación violenta o de estrés.

Debemos evitar mecanismos o sistemas demasiado tecnológicos o modernos en los interruptores y los tiradores, así como en los grifos del baño. Es mejor utilizar elementos de uso común y con los que las personas ancianas estén familiarizadas.

Estas son sólo algunas directrices y recomendaciones. El comportamiento de una persona con alzheimer o demencia es complejo y varía a lo largo del tiempo con el desarrollo de la enfermedad, por lo que lo más recomendable es consultar y dejarse aconsejar por expertos en esta materia y por el personal de otros centros.

Reformas en el domicilio de un usuario con Alzheimer

La mayor parte de las recomendaciones vistas anteriormente sirven también para el domicilio particular de una persona con Alzheimer.

En estos casos las modificaciones han de hacerse siempre de manera paulatina, nunca bruscamente, estableciendo un orden de prioridades en las actuaciones a realizar y desarrollándolas poco a poco. En todas las modificaciones hemos de tener siempre en cuenta a la persona del cuidador, imprescindible en estos casos, facilitándole a él también su trabajo.

En primer lugar se deben acometer las modificaciones relacionadas con la seguridad y la accesibilidad, eliminando también aquellos elementos de mobiliario que puedan ser peligrosos: eliminar objetos superfluos, puertas más anchas, revisar las instalaciones, mejorar la seguridad de ventanas y puertas, instalando detectores de humos gas y agua.

En segundo lugar se debe intentar crear un entorno estimulante para el usuario, con múltiples estímulos y referencias espaciotemporales, como medida para combatir sus déficits intelectuales.

También se deben combatir estímulos perjudiciales, como el ruido o los contrastes fuertes de luz.

A continuación vendrían todas las modificaciones necesarias para crear un ambiente confortable: eliminar humedades, instalar un sistema de calefacción,…

Hay que ser cuidadosos en no crear un ambiente excesivamente sobreprotector, las reformas y las ayudas técnicas se incorporarán cuando sean realmente necesarias, de otra manera podríamos estar anulando las capacidades que aun conserva la persona con Alzheimer.