La decisión de la localización se convierte en fundamental para lograr un entorno con un alto grado de calidad de vida, debiendo tener en cuenta criterios como: accesibilidad del transporte público, servicios y equipamientos cercanos, interacción con el barrio o lugar, niveles de ruido y seguridad,…
Estos servicios deben estar convenientemente cerca de las instalaciones del centro, ya que muchas de las personas ancianas se desplazarán a pié. En caso contrario deberá existir un medio de transporte (público o propio del centro) adaptado y frecuente para que pueda ser utilizado por los usuarios con comodidad.
A priori un entorno urbano tiene mayores ventajas que uno rural: mayores servicios, mayores opciones de ocio y entretenimiento, mayor interacción por el uso de estos servicios, mejor comunicación y transporte,… como factores negativos tenemos un mayor nivel de ruido y de inseguridad, y la falta de adaptación de aquellos usuarios que provienen de un entorno rural.
El exterior ha de cumplir todos los requisitos sobre accesibilidad vistos en el apartado de accesibilidad urbana de este manual. Esta ausencia de barreras arquitectónicas es primordial no sólo en términos de accesibilidad, sino también para animar a la persona anciana a disfrutar estas instalaciones
Ha de estar provisto de zonas recreativas y bancos en los que poder observar la calle y conversar. Han de colocarse cerca de las zonas de paseo, y no muy dispersos, sino más bien concentrados en determinadas zonas para que no sea difícil encontrarse con alguien. Se cuidará la protección frente al asoleo, el viento y la lluvia de estas zonas, para que puedan ser usadas durante la mayor parte del año.
Ha de cuidarse la señalética, sobre todo en zonas exteriores de gran tamaño, para evitar que el usuario pueda desorientarse.
Los parques geriátricos constituyen un estímulo para la actividad física de mantenimiento y rehabilitación.
La entrada ha de estar a nivel, sin ningún tipo de barrera o de escalones.
Las puertas deberán ser automáticas y correderas, colocando sensores de presencia capaces de detectar a quienes caminan encorvados, y ajustando los tiempos de apertura para que les de tiempo a pasar a quienes caminan despacio. En el caso de sensores laterales, habrá que comprobar que el paso de muletas o bastones no los “engañe” y provoquen que se cierren al pasar el usuario.
Si las puertas son manuales los herrajes han de ser cómodos de usar, evitando que tengan que realizarse giros con la muñeca sino que funcionen por presión, y que no sea necesaria una fuerza excesiva para accionarlos.
Si las puertas son de cristal han de estar bien señalizadas, teniendo en cuenta las deficiencias visuales de muchos de los usuarios.
La recepción y el vestíbulo suele convertirse muchas veces en una zona de actividad social: los usuarios se sientan allí para ver a la gente que entra y sale o para encontrarse entre ellos. Por ello hemos de tener en cuenta este factor y equipar este espacio con mobiliario adecuado.
Por otra parte no hemos de descuidar la función de control que tiene la recepción, vigilando quien entra y sale, y recibiendo a las visitas. El diseño del mostrador ha de ser accesible, con doble altura para poder atender a los usuarios de silla de ruedas.
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