El juego es una necesidad común a todos los niños, con o sin discapacidad, formando parte importante del proceso de adquisición de habilidades físicas y sociales mediante la participación en actividades físicas, individuales o en grupo, en las que además se produce una gran interacción social.
Al jugar juntos, los niños con y si discapacidad aprenden a ver sus similitudes y su normalidad, pudiendo ver los logros y las aptitudes de los demás, lo cual es el germen de una sociedad que pueda tener una visión sin prejuicios de la discapacidad.
En este apartado presentamos una serie de directrices y recomendaciones para el diseño de áreas de juego infantiles que sean accesibles a niños con discapacidad. Para conseguirlo, habrá que tener en cuenta estas consideraciones ya desde el principio, en los primeros bosquejos, al trazar las circulaciones y en la elección de los juegos y del equipamiento.
Cuando hablamos de zonas de juego infantiles nos referimos a recintos y juegos para niños a partir de unos dos años de edad, que juegan bajo la vigilancia de un adulto. Aquí podemos incluir los parques, los patios de los colegios y guarderías, zonas de juegos en centros comerciales,…
Estas directrices también podrán ser utilizadas a la hora de diseñar instalaciones de menor escala, como zonas de juego en viviendas unifamiliares o vinculadas a ONG’s o a entidades religiosas.
Para reducir el riesgo de accidentes es recomendable dividir las zonas de juego en otras más pequeñas, dedicando cada una a un grupo de edad distinto. Puede ser conveniente crear una zona para niños entre 2 y 5 años, y otra para el grupo de niños entre 5 y 12. Será responsabilidad de los padres o cuidadores el indicar al niño en qué zona debe jugar.
Los elementos de juego sirven para favorecer el juego, el aprendizaje y la socialización: balancines, columpios, toboganes, casas de juegos, vehículos… en ellos se desarrollan distintas actividades: escalar, deslizarse, correr, manipular, ver, escuchar,… y distintas experiencias: velocidad, caída, giro, equilibrio, sonidos…
En la elección de los elementos procuraremos conseguir la mayor variedad de actividades y experiencias posibles, escogiendo elementos que ofrezcan varias opciones y modos de juego. Se seleccionarán juegos que fomenten no sólo las actividades físicas: teléfonos de juguete que favorecen la comunicación, mesas con areneros,…
En instalaciones grandes, por lo menos un elemento de juego de cada tipo deberá estar dentro de una ruta accesible, para permitir su uso al mayor número de usuarios posible.
Podemos distinguir dos grupos de elementos de juego: elementos a nivel de suelo (en los que se entra y se sale a nivel del suelo) y elementos elevados (a los que se accede a través de una rampa o grada).
El hecho de que no todos los usuarios puedan disfrutar de elementos de juego elevados, no significa que haya que prescindir de ellos y de actividades como trepar, escalar o subir por una grada. Una posibilidad es lograr que las zonas intermedias de estos juegos (terrazas, rellanos, salidas de toboganes,..) sí sean accesibles, por ejemplo mediante rampas o plataformas de transferencia, permitiendo que todos los niños puedan participar en los juegos y actividades que surgen en estos lugares.
Las rutas que llevan a la zona de juegos y las circulaciones entre los distintos elementos de juego deben ser accesibles, siguiendo las directrices que hemos visto para circulaciones.
Debe haber transporte público accesible que llegue a estas zonas, así como plazas de aparcamiento reservadas; los itinerarios desde las paradas y desde el aparcamiento hasta la zona de juegos han de ser también accesibles.
En estas zonas de circulación también se desarrollarán buena parte de los juegos y actividades de los niños, por lo que en su diseño debemos tener en cuenta esta posibilidad, dimensionando generosamente los anchos, comprobando que existen zonas en las que puedan girar las sillas de ruedas, dejando zonas vacías anexas a las circulaciones para permitir el juego en ellas y seleccionando pavimentos que sean seguros también en estas zonas.
Además de los elementos de juego, aparecen otros elementos como rampas, terrazas o escaleras, usados para conectar los distintos componentes de la zona de juegos. Si bien no se tratan de elementos de juego, son zonas en las que se produce una gran comunicación entre los niños, y en las que surgen otras formas de juego alternativas, por lo que también hemos de garantizar su accesibilidad.
Por otra parte, no siempre es posible diseñar elementos de juego que puedan ser utilizados por todos los niños, pero sí es fácil conseguir que estas zonas intermedias y de gran interacción sean plenamente accesibles.
El pavimento de la zona de juego permitirá amortiguar las caídas, y debe ser antideslizante. Las losetas de caucho que se suelen ver en muchos parques es un buen material, pero debemos cuidar que los bordes del perímetro pavimentado estén biselados, o que la loseta se encuentre rehundida, para no constituir una barrera para los usuarios de silla de ruedas y para evitar tropiezos a cualquier niño que entre o salga corriendo en la zona de juego.
Tan importante como la elección del pavimento es su adecuado mantenimiento, así como prever un sistema eficaz de drenaje del agua de lluvia para evitar que la zona de juegos se encharque.
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